
Un vacío de luz excavado en la memoria, donde la arquitectura se convierte en homenaje, refugio y contemplación interior.
En equilibrio con el terreno boscoso característico de Cariló, aparece estamoderna casa que reelabora y expresa en un lenguaje propio, una filosofía dela arquitectura que sintetiza forma y función.
Casas11 de enero de 2011 Espacio&ConfortLa idea de que la forma y la función son una es el paso más allá que da la “arquitectura orgánica” (término acuñado por el afamado arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright, autor de la afamada “Casa de la cascada”) respecto de los estilos funcionalista y racionalista. Hay, por supuesto, puntos de coincidencia fuertes entre estas corrientes.
Quizás los más importantes sean la defensa de la integración entre el hábitat humano y la naturaleza, la búsqueda del predominio de lo útil sobre lo estrictamente ornamental y las referencias a las distintas tendencias del arte moderno como el cubismo, el expresionismo y el futurismo. En esta casa pueden encontrarse todas estas características, pero también un nuevo paso más allá de la tradición de esta corriente, que simboliza una reelaboración o versión personal. Pongámoslo así: si esta tradición es lengua, la casa sería el dialecto propio del arquitecto.
La casa de 270 m², tiene la marca de su arquitecto, Antonio Fernández: está construida como una superposición de volúmenes, planos y vacíos materializados en piedra, madera, hormigón y vidrio, que se articulan entre sí dando lugar a distintas funciones y usos.
Sobre el hermoso predio en el que se erige, se destaca a primera vista, desde el frente, la originalidad del juego volumétrico, con un volumen superior que “flota” sobre un basamento más pesado y que se materializa en piedra. Ese mismo volumen, (la caja de cristal que parece desprenderse y avanzar sobre el bosque que la contiene con orientación perpendicular a la calle), genera una cubierta para el garaje y una situación de acceso controlada. El frente continúa en una gran superficie vidriada de orientación paralela a la calle, que alberga la mayor parte de la zona pública de la casa. La carpintería de aluminio y las columnas de madera hacen sistema con el deck para reforzar la ilusión de que la distinción adentro/afuera deja de existir a favor de un hábitat integrado, amplio y natural. La piscina que lo corona presta servicio a la misma idea favoreciendo la suave transición con el color del agua. Lo que resulta de tales elecciones son espacios abiertos que se integran con su entorno en una armonía que impacta por su equilibrio.
Un vacío de luz excavado en la memoria, donde la arquitectura se convierte en homenaje, refugio y contemplación interior.
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