El cuarto elemento

Los griegos sostenían que el mundo estaba compuesto de cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Y aunque su veneración por el cuarto de estos fue sutil, tal vez porque temían ofender al resto de las vengativas deidades que regían su cotidianeidad, quedó registrada en la literatura de todas las épocas.
Existen pruebas más tangibles de su importancia: las aldeas se fundaron siempre a orillas de un río. Los puertos originaron naciones. El secreto de la juventud brota, según los relatos de los más diversos pueblos, de una fuente. El agua está en el origen de la vida y discursos tan disímiles como el de la Biblia, la mitología o la ciencia reconocen su potencia y su misterio. Incluso cuando el I Ching, fruto de una sabiduría ancestral de la que ignoramos tanto como la china, nos dice que “Es propicio cruzar las grandes aguas” intuimos a qué se refiere.

Los arquitectos responsables de la monumental casa que nos ocupa despertaron, con gusto y sin presunción, esas reminiscencias. Partiendo de ellas es que imprimieron, en este caso, su propio estilo sobre el lenguaje moderno y racional que la anima.
La fachada es sobria. El juego de volúmenes de blancas aristas rectilíneas, el vidrio, las puertas de madera y el muro de piedra componen un conjunto cuya elegancia basada en la falta de ostentación es para el observador avisado toda una promesa. La promesa se cumple: más allá de la sorprendente amplitud y luminosidad de los interiores, el muro oculta un espejo líquido que presagia la fluidez de los modos de habitar que la estructura propone: todos los espacios interiores están conectados entre sí. Además, la oposición entre éstos y el exterior se disuelve en el agua. Esta disolución se hace palpable en la contrafachada cuyo aspecto de crucero se debe al aumento de la proporción de vidrio y al hecho de que se halla rodeada de lo que hemos dado en llamar el cuarto elemento. Es que, considerando con igual dosis de inteligencia y sensibilidad estética las posibilidades del terreno, los arquitectos hermanaron el lago -que de otro modo hubiera sido un límite- con la piscina. El verde del jardín lejos de interponerse, las amarra.
Alrededor de la piscina se dispone la construcción: una enorme L de dos plantas que la abraza no sin cierto orgullo porque el enorme receptáculo azul es la adyacencia de sus interiores. Esto es merced a la preeminencia de los paños vidriados que en algunos tramos conectan las zonas cubiertas con el deck de madera o con la galería mientras que en otros establecen una arriesgada y directa conexión con el agua.

La distribución también la tiene como centro: los ambientes sociales, familiares y de servicio se ubican, como es habitual, en la planta baja; los principales se abren al contrafrente proponiendo la transición galería, deck, piscina.
En la planta alta se desarrollan seis suites con baño, vestidor y hall íntimo. Todas cuentan con una terraza abierta hacia el contrafrente también. La decoración encuentra en el paisaje, la luz y la amplitud un pilar. El otro está dado por los materiales del edificio. La madera, cuya calidad se expresa en pisos, en la escalera, en la carpintería en general y en los muebles empotrados, comulga con la blancura de las paredes –alternada de vez en cuando con la piedra- para albergar un modernísimo mobiliario en blanco y negro que en su necesariedad despeja cualquier duda acerca de la atmósfera apacible que se busca transmitir.
Los destellos del acero inoxidable, presente sobre todo en la cocina, en los pies de los sillones, en banquetas y barandas, son como estrellas que refulgen en el agua: un elemento que en manos de este estudio adquiere contundencia constructiva.•

Texto: Soledad Franco
Fotos: cedidas por Apa Arquitectura

[ INFORMACIÓN ]
Tipo de proyecto: Vivienda unifamiliar
Ubicación: Zona norte de GBA
Año de construcción: 2009
Superficie: 700 m²

[ PROYECTO Y DIRECCIÓN ]
ApaArquitectura
Santa Rosa 1954, Florida
Tel. 4796-6200
www.apaarquitectura.com
Construcción: Stieglitz.