Un refugio elegante

Embebida del espíritu marino de Cariló, paraje de belleza inconmensurable, esta propuesta, propone una coherencia arquitectónica con el alma de la naturaleza que la rodea. Un bosque de añejos pinos, dueño aún, de una potente presencia.
Esta gema esteña, imponente y confortable, se abre al paisaje con claro dialecto con raíces racionalistas pero netamente contemporáneas.
Una residencia de fin de semana, que demandaba espacios amplios y diáfanos que debían reflejar la intensión de sus dueños: la de crear ámbitos espaciosos para poder reunir confortablemente a sus amistades y, además, con vistas genuinas al entorno. Estancias que pudieran servir tanto al descanso como a la distracción o, sencillamente, a la contemplación silenciosa del paisaje de Cariló.

Con esas premisa, la arquitecta Laura Peppe, desarrolló un proyecto que conjuga fluidamente, la vida playera y social de sus moradores con una estética nada azarosa.
De este modo, la propuesta, permitió plasmar también, el concepto de transparencia y de lo natural de los materiales, como la piedra que, delicadamente, articula y engloba todo el conjunto.
La necesidad de captar la luz natural y el paisaje, dio lugar a la concepción de un dinámico juego de volúmenes con caladuras en diferentes escalas.
Planos acristalados, permeables a la luz del sol, que posibilitan vistas en todas direcciones y que, desde afuera, relejan la belleza del bosque, haciendo de que esta vivienda se mimetice soberbiamente con el mismo.
Una arquitectura que adquiere fuerza y riqueza, al conseguir la fluida integración de su volumetría y los elementos que calidamente la denotan con el alma de la naturaleza circundante.
Enraizada sobre una suave pendiente para disfrutar aún más de vistas insuperables, esta vivienda, cristalizada para estadías hiper placenteras, se desarrolla longitudinalmente en un solo nivel de 250m².
Disfrutando la sensación de estar al aire libre pero, con la comodidad de encontrarse a cubierto, las áreas sociales – estar y cocina-comedor – se cobijan bajo una extensa cubierta de suave pendiente. Un plano de inmaculada blancura que se despega del conjunto, permitiendo un baño de luz en todo el espacio, con el paisaje exterior incluido…
A ambos lados de estos amplios y concurridos sectores, se articulan volúmenes en diferentes niveles.
Por un lado, la zona de descanso, que alberga dos dormitorios, un baño compartido y un dormitorio en suite.

Por el otro, se conforma el área de servicios y una cochera doble. Ambos sectores se comunican con la cocina de la casa.
Todo el esmero y dedicación que se observa en el exterior, también, se descubren en los interiores. Porque estas barreras tal vez, no sean tan definitivas, porque en esta casa el afuera se proyecta hacia adentro.
Sin interrumpir el lenguaje neutro de todos los ambientes, los notorios toques de rojo, tanto en el mobiliario como en objetos decorativos, vigorizan las distintas estancias.
En el estar, un de los lugares más cómodos de la vivienda, un sofá modelo LC, diseño del arquitecto Le Corbusier y un par de silloncitos de Pierre Paulin, invitan a largas sesiones de contemplación del bosque o divertidos momentos con amigos o en familia.
Funcional sobre todas las cosas. Así es la cocina. Con equipamiento de punta y una isla que facilita la operatoria gastronómica, al tiempo, que invita a disfrutar un café al paso.
Conjuntamente con el comedor, este ámbito, de secretas alquimias, se abre a un espacio semicubierto – galería – sede de algunas tertulias y asados más recordados de la temporada…
Una suma de confortables y luminosas estancias complementarias entre si, que dan una forma lejana de habitar y más cercana al juego y al merecido descanso.
Quizás, por eso, esta casa de veraneo, resulte tan magnética y hospitalaria.

Texto: Dis. de Interiores Ana Thorschmidt
Fotos: Diego Medina | www.dcfotografia.com.ar

PROYECTO
Arq. Laura Peppe
(011) 15 4047 4082
[email protected]