Simple y sutil

Don Carlos es un barrio tutelado por la naturaleza, a poca distancia del centro de la ciudad y de la autopista Buenos Aires - La Plata, de trazado contemporáneo y diseño afín.
Un acuerdo tácito entre quienes eligieron construir en el paraje, años atrás fugitivo a la imaginación inmobiliaria, parece respaldar cierto exilio de lo suntuoso y lo monumental: entre el tranquilo predominio del verde se ven casas bajas de líneas rectas cuyo aire campestre se desarticula ante un juvenilismo que estabiliza lo rural y lo moderno.
La casa creada por la dupla García-Conti encaja en el entorno con la modestia de la pieza de un rompecabezas (siempre imprescindible) y satisface los anhelos de los propietarios (amplitud y relación del interior con el afuera) sin buscarle la quinta pata al gato. La propuesta es simple y de gran calidad.

A veces, la difícil simpleza suele confundirse con la uniformidad. Despegar de ese prejuicio es mirar con el lente que nos ofrece la frase atribuida a lo largo de la historia a Voltaire y a Flaubert, a Aby Warburg y a Mies Van der Rohe: “Dios está en los detalles”.
Adagio en mente, el adoquinado que antecede la puerta de madera de doble hoja que permite la entrada a la vivienda, los cuatro peldaños de huella señorial por los que se accede a ella, la piedra que encinta las discretas ventanas de la fachada de un blanco neto y el gris cemento de los salientes que apenas lo entrecortan, adquieren su digno sentido.
Esto es mucho más claro al ingresar a la vivienda, en la que los mismos materiales expanden los 310 m² cubiertos de la casa en forma de L hacia el parque, dislocando la  noción de encierro.
Hacia la calle, en la pata corta de la ele, se ubica el ala de dormitorios, el acceso principal, la cochera y el acceso retranqueado a la cocina. La cochera deja un paso hacia el interior del terreno. Los dormitorios se abren hacia el jardín y la pileta.
En el ala larga se desarrolla lo social, una sucesión de espacios que inician con el recibidor-escritorio, el comedor y el estar. Un jardín a cielo abierto se integra y divide este espacio gracias a la eficacia del vidrio, creando a su vez las dos galerías que envuelven el quincho, unido a la casa pero con un retiro que permite ver y vivir ese otro lugar más ligado al exterior.
En paralelo al eje social y a sus espaldas, se desarrolla el área de servicio: cocina, lavadero, tendedero, sala de máquinas y una conexión más de trajín con la parrilla y el quincho.
La decoración hace sistema con el diseño funcional, el deseo de espacialidad y lo que podríamos llamar la ética de lo que antes de cuajar fue proyecto. Elegante y esencial, alterna en los pisos pulidos cerámicos, cemento alisado y madera (este último elemento invade además, con su calidez, muebles, cielorrasos, etc); y acierta con el blanco impoluto que reviste las paredes con alguna concesión hecha a la piedra.
La luz parece haber sido tratada como un material tan tangible como los anteriores. A ese tratamiento parece obedecer el vidriado completo de los ambientes en su cara interna (hacia el patio) y la renuncia a lo atestado expresada en la decisión de restringir los muebles a lo mínimo indispensable. Los muebles rinden homenaje al diseño industrial moderno, evidente en las famosas sillas 7 de Arne Jacobsen del estudio o en el juego de comedor al estilo Panton. También en el estar, en el que los cómodos sillones se unen a la ausencia de elementos decorativos para reforzar la idea de que aquello que no está, suma. Las líneas simples se repiten y la única curva es la del sillón de tres cuerpos.
Simple porque responde con elegancia a la demanda, sutil porque no alardea sus virtudes; como quien posee la belleza sin la vanidad, es esta casa.•

Fotos: Leandro Arévalo
Texto: María Soledad Franco

[ INFORMACIÓN ]
Tipo de proyecto: Vivienda Unifamiliar
Ubicación: Hernández.  La  Plata
Fecha de Proyecto Año: 2010
Fecha de finalización de obra: 2013
Superficie construida: 310 m²

[ PROYECTO ]
Arq. Ricardo García
Arq. Diego G. Conti
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Facebook: Estudio Garcia Conti