El proceso de ordenar

El orden simplifica nuestra vida cotidiana. Pero no hay orden si no hay una organización previa de esos espacios, donde cada cosa tiene un lugar determinado y un porqué ordenar con una lógica y un criterio, la cual permita a todos ubicar y encontrar las cosas.
Al mismo tiempo, el orden no debe transformarse en una obsesión. Hay que usar y disfrutar todo lo que tenemos. No podemos prohibir a los niños que saquen todos los juguetes, pero al final del día, volvemos todo a su lugar.
Hay que sacarles peso a los objetos, sin dejar de valorar lo que costó, no angustiarse porque se gastó o rompió. Es importante desapegarse de las cosas y mantener un eje, porque los objetos no sólo ocupan lugar en nuestras casas, sino también en nuestras mentes. Cuantas más cosas tenemos, más tiempo necesitamos para ordenarlas, limpiarlas y mantenerlas. Hagamos de la simplicidad un hábito.
Depurar es una de las etapas de este proceso; en este sentido, antes de ordenar es aconsejable servirse de cuatro canastos para las cosas que vamos a TIRAR, las cosas que vamos a DONAR, las que vamos a REGALAR y por último las que vamos a VENDER. Nos permite descartar de una forma ordenada.
Para empezar el proceso y no quedarnos a mitad del camino, lo ideal es empezar con pequeños proyectos. Puede ser desde los cajones de un placard, las alacenas de la cocina, el lavadero, el garaje. No tratemos de ordenar todo a la vez porque va a ser imposible y frustrante.
No hay un lugar indicado por el cual empezar. Pero sí en la cabeza de cada uno está el espacio que más le cuesta y que fue un imán al cual iban todas las cosas que no sabíamos dónde poner.

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Algunas preguntas al momento de descartar
¿Lo usé este último año?
¿Conservo esto solo porque costó mucho dinero? Ya no me gusta tanto o no lo uso.
¿Si hoy fuera de compras, lo elegiría?
¿Me entra o le entra a mi espacio?
¿Tengo un plan realista para usarlo?
¿Tengo algo que reemplace su uso?
¿Lo conservo por su valor sentimental?
¿Lo voy a arreglar algún día?

#Todos podemos ordenar
• Planificar necesidades y proyectarlas a mediano y largo plazo.
• Idear un buen sistema de organización.
• Adaptar la cantidad de objetos al espacio que se tiene. Tomar conciencia de lo que se tiene.
• No olvidar que el orden es un hábito, parte de nuestra rutina diaria.