Soñar para desarrollar

En tiempos de vacas flacas, la estrategia no es salir a comprar más vacas, sino aprender a engordar las que ya tenemos.

La industria del real estate atraviesa un momento difícil. Salvo algunos segmentos —el nicho top, la alta gama, el premium, la punta de la pirámide—, el resto se enfrenta a un escenario complejo. Cuando parece que el rumbo es uno, de pronto cambia; y cuando parece que ya nos adaptamos, vuelve a modificarse. Argentina, maravillosa y desafiante como siempre, sigue siendo solo para argentinos. Viendo el vaso medio lleno, podemos decir que al menos no tenemos competidores extranjeros: la incertidumbre local actúa como una barrera de entrada infranqueable. Si Michael Porter analizara nuestro mercado, probablemente escribiría: “No teman a la competencia extranjera: nadie en su sano juicio invertiría en su país”.
Con valores a la baja en el metro cuadrado terminado y una cadena inmobiliaria deprimida, surge la pregunta: ¿no será hora de repensar nuestro rumbo más allá de la economía? Parece difícil, pero no imposible.
Tuve la suerte de trabajar en proyectos públicos y privados que cruzan el real estate con otras industrias: turismo, gastronomía, entretenimiento, agroecología, producción. Casos locales y regionales que hoy se muestran como buenos modelos para reinventarnos. Hablamos de construir marca localidad o marca región, potencialidades que pueden escalar a marca provincia o incluso marca país.
El real estate suele aislarse de otras industrias. A veces por comodidad, otras por falta de ingenio, de audacia o simplemente por resistencia al cambio. Tal vez porque aún conserva una impronta burocrática. Sin embargo, el metro cuadrado —ese espacio rígido y duro— solo se vuelve atractivo cuando se llena de intangibles, de lo blando.
Hace rato que el poder está en el soft, pero como en Argentina construíamos a 700 dólares el metro, casi nadie dedicaba tiempo a pensar en lo intangible. Hoy la realidad es otra: entramos en la era de lo blando. Es más difícil, menos rentable en apariencia, pero mucho más rica en posibilidades.
Cuando la ventaja ya no está en las compras, es momento de rodearse de soñadores.•

Lic. Damián Garbarini

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