
El mercado inmobiliario argentino comienza a dar señales nítidas de reactivación tras años de volatilidad. La nueva fase se explica por la convergencia de cuatro vectores macroeconómicos: baja de tasas, dólar estable, riesgo país en descenso y financiamiento más accesible para el sector público y las empresas. Este “combo” no sólo mejora las expectativas: abarata el costo del capital, sanea balances y vuelve a poner en marcha la inversión privada.

































